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¿Fluye o no fluye? 

Más allá de una justificación para no abrir el corazón...

 

¿Cuál crees que es la razón de que algunas relaciones de pareja funcionen y fluyan más fácilmente que otras?

¿Qué se entiende cuando nos referimos a una relación que fluye y funciona o lo contrario? Después de la maravillosa etapa del enamoramiento, donde sentimos que hemos encontrado a una persona especial, alguien con quien poder abrirnos y compartir  nuestros anhelos más profundos, sucede un cambio de escenario; el otro deja de ser una imagen idealizada y empezamos a ver el ser real que nos acompaña. Inevitablemente surgirán desencuentros y algunas cosas “dejaran de fluir". Puede ser que este cambio despierte dolor, desconfianza, decepción o enfado. Que la relación entre en crisis, que nos culpemos, nos cerremos y nos alejemos, o que la situación nos haga tomar responsabilidad y nos impulse a crecer como individuos y como pareja.

Hay dos formas de vivir una relación de pareja: como una experiencia de crecimiento que nos ayuda a conocernos, a responsabilizarnos, a ser auténticos y abrir el corazón. Y las relaciones de codependencia, que son aquellas que utilizan la relación como un medio para tapar algo, para escapar de uno mismo o decorar nuestra auto imagen.

Algunas relaciones que aparentemente funcionan son de codependencia. En este tipo de relaciones los miembros de la pareja se complementan bien. Al principio de la relación todo parece fluir de maravilla.  “¡Por fin he encontrado a alguien que me entiende y me llena!”  En ciertos aspectos podríamos decir que relación funciona, pero hay una realidad más profunda que no queremos ver y que acabará dañando la relación. Sucede cuando utilizamos la relación para que nos “salve” de algo que no queremos confrontar. Puede ser nuestra soledad, nuestras inseguridades, deficiencias, temores, carencias, sentimientos de desvalorización, etc.

Este tipo de relación puede ser muy pasional, durante un tiempo nos desconecta del dolor de nuestro mundo interior y puede hacernos creer que la relación fluye muy bien. Pero esa desconexión interna tiene consecuencias: detiene nuestro crecimiento y no permite que el amor y la intimidad puede florecer. La persona que al principio nos llenaba –que hemos utilizado para escapar de nuestro dolor–, más tarde nos decepciona profundamente; porque lo que parecía amor, en realidad era codependencia.  

El problema con la codependencia es que es muy adictiva y repetitiva, y busca soluciones y culpables afuera. Podemos quedarnos mucho tiempo atascados en una relación de codependencia, o saltar de relación en relación siendo incapaces de crear un vínculo profundo de amor e intimidad (otra forma de codependencia).

Sin embargo, hay relaciones difíciles –que despiertan muchos temores, bloqueos y heridas–. Relaciones que aparentemente no fluyen, que creemos que no pueden funcionar, porque nos confrontan mucho, pero que gestionadas con responsabilidad y con el corazón abierto, pueden ser muy creativas y transformadoras y abrirnos a una dimensión profunda del amor.

Hemos de ser cuidadosos a la hora de evaluar una relación. Porque cuando la relación nos refleja nuestra sombra, si no somos muy honestos, nos podemos engañar fácilmente y decirnos: “esta relación no fluye, esto no funciona.” Podemos utilizar estas etiquetas como una venda o una coraza para no mirar lo que necesitamos confrontar para crecer en amor y responsabilidad.

 

Pasada la etapa del enamoramiento, cuando las cosas se complican y ya no fluyen como al principio, ¿cómo puedo saber si estoy con la persona adecuada?

Una buena relación de pareja no significa necesariamente que fluya fácilmente. Hoy día se utilizan mucho los términos “fluir,” “desapego,” “amor incondicional,” "vivir el momento," para no abrirnos. Generalmente se utiliza esta terminología cuando se busca sexo y entretenimiento. Eso no está mal, por supuesto. Pero si además de sexo y compañía, queremos intimidad, compartir, crear un espacio de convivencia y crecimiento; si queremos un compañero o una compañera de vida, hemos de estar dispuestos a despojarnos de nuestras corazas y abrirnos de verdad.

Cuando dos seres humanos se abren realmente a la intimidad, habrán muchos momentos donde parecerá que la relación no fluye, que algo no funciona, que la relación no cumple “mi sueño romántico”. Entonces querrás dejar la relación, quedarte solo/a o buscar a otra persona. Que la relación no fluya o no cumpla tu sueño romántico no significa que no estás donde necesitas estar para crecer y aprender a amar.

 

¿Estás diciendo que para crecer y aprender a amar uno tiene que quedarse y resignarse cuando la relación no funciona?

No. En la resignación no hay crecimiento, sino todo lo contrario. A veces uno tiene que amarse lo suficiente para dejar una relación donde está estancado/a, mendigando amor o repitiendo patrones de codependencia. 

A veces el aprendizaje es dejar de aferrarnos a algo o a alguien y enfrentarnos a los miedos que nos despierta la pérdida, la soledad, la culpa, la sensación de fracaso, la inseguridad económica, el temor a no encontrar pareja, etc. A veces hay que soltar algo para quedarnos solos y aprender a amarse a uno mismo/a. 

Lo más difícil es ser honesto/a y actuar en consecuencia; reconocer cuando mi aprendizaje es quedarme y enfrentar con el corazón abierto los retos y las dificultades que surgen en la relación, y cuando necesito soltar, quedarme solo/a y sanar mi corazón.

 

Ketan Raventós Klein 
Cursos de Codependencia
& Integración del niño interior
www.transformacion-interior.com

 

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