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OSHO: Escucha tu ser interior


Toda tu educación –en la familia, en la sociedad, en la escuela, en la universidad–, crea tensión en ti. La tensión fundamental es que no estás haciendo lo que “deberías hacer".

Así es durante toda la vida; te angustia como una pesadilla, te persigue. Nunca te dejará descansar, nunca te permitirá relajarte. Si lo haces te dirá: “¿Qué estás haciendo? No debes relajarte; deberías estar haciendo algo”. Si estás haciendo algo te dirá: “¿Qué estás haciendo? Necesitas descansar, te hace falta, de lo contrario te volverás loco; ya casi lo estás”. Si haces algo bueno te dirá: “Eres idiota. Hacer el bien no es rentable, la gente te engañará”. Si haces algo malo te dirán: “¿Qué estás haciendo? Con este comportamiento vas a ir al infierno, tendrás que pagar por tus actos”. Nunca te dejará descansar; hagas lo que hagas, te estarán condenando.

Te han implantado un censurador. Esta es la mayor calamidad que le ha ocurrido a la humanidad. Hasta que no nos libremos del censurador que hay en nuestro interior no podremos ser realmente humanos, no podremos ser realmente felices y no podremos participar en la fiesta que supone la existencia.

Nadie excepto tú puede anularlo. El problema no es solo tuyo, es algo que concierne a casi todos los seres humanos. Sea cual sea el país en el que hayas nacido, sea cual sea la religión a la que pertenezcas, es lo mismo: católica, comunista, hindú, mahometana, jainista, budista, da igual a la clase de ideología a la que pertenezcas, la esencia es la misma. Lo sustancial es crear una división dentro de ti, para que así una parte condene a la otra parte. Si haces caso a la primera parte, entonces la segunda empezará a condenarte. Te mantienes en un conflicto interior, una guerra civil. Esta guerra debe ser abandonada, de lo contrario desaprovecharás toda la belleza, toda la aventura de la vida. Nunca serás capaz de reír con plena satisfacción, nunca serás capaz de amar, nunca serás capaz de sentir la plenitud. Es sólo en esa plenitud donde el individuo florece, donde surge la primavera, cuando tu vida comienza a tener color, música y poesía.

Es en la plenitud donde, de pronto, sientes a tu alrededor la presencia de Dios. Pero la ironía es que la división interna ha sido creada por tus llamados santos, sacerdotes e iglesias. De hecho, los sacerdotes son los mayores enemigos de Dios en la tierra.

Tenemos que librarnos de todos los sacerdotes, son la verdadera causa de las enfermedades humanas. Han conseguido que todo el mundo sienta malestar, han causado una epidemia de neurosis. La neurosis se ha convertido en algo tan común que la aceptamos con normalidad. Creemos que esa es la esencia de la vida, que así es la vida: un sufrimiento, un sufrimiento muy largo y lento, una dolorosa y angustiosa existencia, una autobiografía del mucho ruido y pocas nueces. Si miramos nuestra mediocre vida, parece reafirmarse esto, porque no hay lugar para una simple flor, para una sencilla canción en el corazón, no hay lugar para un rayo de gozo divino.

No es extraño que la gente de todo el mundo se pregunte por el sentido de la vida: “¿Cuál es la razón para vivir? ¿Por qué nos acobarda tanto seguir viviendo? ¿Por qué no hacemos acopio de valor y ponemos fin a todo este absurdo? ¿Por qué no nos suicidamos?”

Nunca antes en el mundo hubo tanta gente con la idea de que la vida carece totalmente de sentido. ¿Por qué ha ocurrido en esta época? No tiene nada que ver con la época. Durante siglos, durante al menos cinco mil años, los sacerdotes han estado haciendo daño. Ahora se ha alcanzado el punto culminante...
    
Haz lo que te dicte tu naturaleza, persigue aquello que anhela tu ser interior. No escuches las escrituras, escucha a tu propio corazón, esa es la única escritura que prescribo. Sí, escucha muy atentamente, conscientemente, así nunca te equivocarás. Si escuchas a tu propio corazón nunca estarás dividido. Si escuchas a tu propio corazón comenzarás a andar en la dirección adecuada, sin siquiera pensar qué es lo malo y qué es lo bueno.

De este modo, la gran creación de la nueva humanidad consistirá en el secreto de escuchar al corazón consciente, atenta, cuidadosamente. Síguelo a toda costa, ve a donde sea que este te lleve. Sí, algunas veces te conducirá  por  terrenos  peligrosos,  pero  entonces  recuerda  que  tales situaciones son necesarias para madurar. Algunas veces te alejará del camino, pero recuerda de nuevo que tales situaciones de confusión son parte del crecimiento. Caerás muchas veces. Levántate de nuevo, porque así es como se hace acopio de fuerzas: cayéndose y volviéndose a levantar. Así es como se llega a conseguir la armonía.

Pero no sigas reglas impuestas desde fuera. Ninguna regla impuesta desde fuera puede ser adecuada, porque las reglas las inventa la gente que quiere dominarte. Sí, algunas veces también han existido en el mundo grandes iluminados: Buda, Jesús, Krishna, Mahoma. No han impuesto reglas al mundo, han ofrecido su amor. Pero tarde o temprano se reúnen los discípulos y comienzan a imponer códigos de conducta. Una vez que ha desaparecido el maestro, una vez que ya no aporta su luz y se hallan sumidos en una profunda oscuridad, comienzan a usar con torpeza ciertas reglas para seguirlas, porque ahora la luz que les abría el camino ya no se encuentra allí. Ahora tienen que depender de las reglas.

Lo que hizo Jesús fue expresar los susurros de su corazón, pero los cristianos no hacen nada semejante. Son imitadores; y desde el momento en que imitas, insultas a tu naturaleza, insultas a Dios.

No seas nunca una imitación, sé siempre un original. No te conviertas en papel carbón. Pero eso es lo que está ocurriendo en todo el  mundo: no hay más que copias y copias. La vida es realmente una fiesta si eres un original. No hay dos hombres iguales, por lo que  mi modo de vivir nunca puede ser el tuyo.

Absorbe el espíritu, absorbe el silencio del maestro, aprende su gracia. Embebe todo lo que puedas de su ser, pero no lo imites. Absorbe su espíritu, imprégnate de su amor, recibe su compasión, solo así serás capaz de escuchar los susurros de tu propio corazón. Porque son susurros. El corazón habla con voz serena y tenue, no grita.
    
Olvida todo lo que se te ha enseñado: “Esto está bien y esto está mal”. La vida no es tan tajante. Lo que es bueno hoy puede que sea malo mañana, lo que es malo en este momento, puede que no lo sea tanto al siguiente. La vida no puede ser clasificada, no puedes etiquetarla tan fácilmente: “Esto es malo y esto es bueno”. La vida no es una farmacia en donde cada frasco está etiquetado y sabes lo que es. La vida es un misterio; en un momento algo encaja y entonces todo está bien. En otro momento, ha caído tanta agua sobre el Ganges que se ha desbordado y entonces ya no encaja y todo está mal.

¿Cuál es mi definición de lo bueno? Lo que va en armonía con la existencia es bueno, y lo que va en desacuerdo con ella es malo. Tendrás que mantenerte alerta en cada momento, porque habrá que decidir sobre cada instante. No puedes depender de respuestas preestablecidas para lo que es bueno y lo que es malo.

La vida va deprisa, es dinámica, no estática. No es una piscina de agua estancada, es un Ganges que no deja de fluir. Nunca es la misma durante dos momentos consecutivos. Por lo que una cosa puede ser buena en un momento y mala al siguiente.

¿Qué es lo que hay que hacer? La solución está en que cada individuo llegue a tal punto de conciencia que él mismo pueda responder a los cambios de la vida...

La vida es así. No puedes prepararla, no puedes tenerla prevista. Esa es su hermosura, ese es su milagro, que siempre te coge desprevenido, siempre llega por sorpresa. Si te das cuenta, verás que cada momento es una sorpresa y nunca se puede aplicar una respuesta preconcebida.
    
Yo te enseño simplemente una ley intrínseca de la vida. Obedece a tu propio ser, sé una luz por ti mismo y si sigues esa luz nunca te surgirá este problema. Así, hagas lo que hagas, será lo adecuado, y lo que no hagas es lo que no debías haber hecho…

La única manera de estar en contacto con la vida, la única manera de no quedar rezagado, es tener un corazón que no se siente culpable, un corazón que sea inocente. Olvida todo lo que se te ha dicho, lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer, nade más que tú puede decidirlo.

Evita a los que pretenden decidir por ti; toma las riendas con tus propias manos. Tú debes decidir. De hecho, en el proceso de tal decisión nace tu alma. Cuando otros deciden por ti, tu alma se queda adormecida y apagada. Cuando empiezas a decidir por ti mismo surge la lucidez. Decidir significa correr riesgos, decidir significa que puedes equivocarte, quién sabe, ese es el riego. ¿Quién sabe lo que va a pasar? Ese es el riesgo, no hay garantía.

Corre todos los riesgos que se necesitan para ser un individuo, acepta los desafíos para que estos te hagan profundo, para que te aporten la brillantez e inteligencia necesaria.

La verdad no es una creencia; es inteligencia absoluta. Es un destello del origen oculto de tu vida, es una experiencia iluminadora de tu conciencia. Pero tendrás que aportar el espacio adecuado para que ocurra. Y ese espacio adecuado es aceptarte a ti mismo como eres. No niegues nada, no te dividas, no te sientas culpable.


OSHO
Extracto del libro: 'El equilibrio cuerpo-mente'.

 

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