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La única salida es hacia dentro

La persona que emprende un proceso de meditación y auto descubrimiento lo suele iniciar porque sufre y siente que la solución no está afuera. Mientras creemos que cambiando la realidad externa tendremos bienestar interno, no nos planteamos un viaje interior. ¿Para qué? Si la solución es cambiar de pareja, de trabajo, de coche, de ideología, de amigos… o conseguir más dinero, conocimientos, poder o notoriedad, no es necesario abordar nuestro universo interior.

El problema surge cuando nos damos cuenta de que, cambiando lo exterior, no cambia nuestro malestar interior. Cuando descubrimos que cambiar de pareja, de trabajo o tener más ingresos, no cambia nuestra realidad interna. Cuando incluso hemos intentado cambiar nuestra forma de pensar, pero el malestar interior persiste. ¿Qué puedes hacer cuando ni cambiando tu forma de pensar estás en paz?

Cuando tenemos mucha ansiedad, dolor o insatisfacción, podemos ignorar el malestar buscando atención, sexo, cariño o distracciones, tratar de llenar el vacío con una actividad o una relación, anestesiarnos con alguna sustancia legal o ilegal, o iniciar un proceso autoconocimiento para abordar conscientemente el origen de nuestro sufrimiento.

Sentir que ha llegado el momento de adentrarte en tu interioridad, puede ser desconcertante, sobre todo cuando a nadie de tu entorno le está sucediendo lo mismo; cuando a tu alrededor nadie se cuestiona su vida, porque están muy ocupados labrándose un futuro, luchando por unos objetivos que supuestamente les aportarán felicidad el día de mañana. Mientras tú estás cansado/a de perseguir «zanahorias» y necesitas parar, sentir, respirar, escuchar a tu corazón.

Si confiesas abiertamente: «Mi anhelo es encontrarme, escucharme, sanar mi corazón, estar en paz y descubrir el verdadero sentido de mi vida», te tratarán de iluso, de soñadora, de fracasado. Y, si a pesar de todo persistes, te juzgarán: «Estás fatal, ¿a quién se le ocurre perder el tiempo mirándose el ombligo?». 

En nuestra sociedad el valor de una persona se mide por su productividad. Ser productivo y conseguir el reconocimiento de la sociedad es mucho más importante que ser honesto y coherente con uno mismo. Si eres competitivo/a recibirás muchos elogios; si bajas el ritmo o te retiras a meditar, a conocerte y sanar tu corazón, muchos te cuestionarán, te convertirás en un bicho raro a los ojos de los demás. 

No te preocupes, suele ser así. Si eres infeliz y te quejas, pero no haces nada para cambiar tu realidad, eres una persona normal y nadie se preocupa por ti; en cambio, si estás decidido/a a dejar de quejarte y a responsabilizarte de tu vida, se preocuparán mucho por ti, te cuestionarán, te desanimarán, te invitarán a ser razonable, a volver al redil, a ser y hacer con lo que se espera de ti. Y si no sigues sus consejos y persistes en explorar otras formas de vida, te dirán que has perdido la razón.


Extracto del libro: 'Sanar el corazón'.
Despertar el maestro interior 
y sanar las heridas emocionales.

Ketan Raventós Klein
- Ediciones Gaia -

 

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