Cuando las heridas emocionales impiden
crear un vínculo de amor e intimidad
¿Por qué teniendo el anhelo sincero de compartir, de amar y ser amados, las relaciones de pareja son tan difíciles? ¿Por qué generan tanto dolor, conflicto y frustración?
Cambiamos de pareja, pero repetimos los mismos patrones dolorosos. Atraemos o nos sentimos atraídos hacia personas inmaduras, reactivas, dependientes o evitativas. No queríamos caer en lo mismo, pero acabamos recreando las mismas dinámicas; generamos relaciones conflictivas, distantes o de codependencia. ¿Casualidad? ¿Mala suerte? ¿Todos/as son iguales?
No es casualidad. La razón por la cual repetimos los mismos patrones es porque estamos heridos y no abordamos adecuadamente nuestro universo emocional. A lo largo de la vida nuestro cuerpo emocional ha acumulado mucha dolor y desconfianza, y la relación de pareja, antes o después, inevitablemente activará nuestras heridas.
Cuando nos cerramos, reaccionamos compulsivamente o nos victimizamos, saboteamos el amor, la intimidad y nuestro propio crecimiento. Podemos cambiar de pareja y repetir el mismo guión –acumular más desconfianza y resentimiento–, o reconocer nuestras heridas y emprender un proceso que nos ayude a abordar conscientemente las activaciones del cuerpo emocional para crecer en amor y consciencia.
Pero confrontar nuestra sombra es incómodo, nos da miedo; es mucho más sugestivo creer que ahí fuera encontraremos a un hombre o una mujer que colmará nuestras necesidades y nos hará feliz (aunque luego le culpemos de nuestra desdicha), que embarcarnos en un viaje interior para conocernos, responsabilizarnos y sanar nuestro cuerpo emocional.
Cuando anhelamos compañía, conexión, cariño, amor o sexo, pero hemos acumulado muchas carencias, temores, heridas y resentimiento, y no emprendemos un proceso de sanación, desarrollamos una coraza mental-emocional que nos impide crear una relación íntima sana, armónica y nutritiva. Nuestra "mochila emocional" dirige inconscientemente las interacciones, provocando desencuentros, conflictos, decepción, sentimientos de dependencia o rechazo. O, para protegernos –para intentar evitar el malestar emocional–, generamos relaciones superficiales o encuentros sexuales sin corazón.
Acorazarse y desconectarse emocionalmente no nos ayuda,
al contrario, sabotea nuestro crecimiento, la confianza, el amor y la intimidad.
Cada día es más fácil tener relaciones sexuales. Afortunadamente hemos dejado atrás muchos tabús y mecanismos de represión y tenemos más libertad y posibilidades de experimentar la sexualidad que en el pasado. Pero tener más libertad sexual no significa necesariamente tener una sexualidad íntima, gozosa y nutritiva.
Desnudarse y tener relaciones sexuales está al alcance de todo el mundo, pero despojarnos de la coraza y abrir el cuerpo y el corazón a la intimidad, requiere mucha presencia y honestidad, ser capaces de sentir, sostener y compartir nuestra vulnerabilidad.
Cuando estamos muy heridos, el miedo a mostrarnos, a sentirnos inadecuados y ser rechazados, nos impide abrirnos. Algunos seres se protegen tanto que, incluso en la sexualidad, evitan la intimidad. No pueden "desnudarse", desprenderse de sus máscaras, roles y corazas. El temor a sentirse vulnerables y perder el control les impide relajarse, confiar, dejar caer las barreras y fundirse en el amor.
Extracto del libro: 'Sanar el corazón'.
Despertar el maestro interior
y sanar las heridas emocionales.
Ketan Raventós Klein
- Ediciones Gaia -